. La Bahía de Mar: junio 2005

jueves, junio 30, 2005

Insuficiente.

Correr por el sol de tus venas no es suficiente,
no lo es ser estrella por encargo.
Insuficiente
ser saliva besando tu boca,
ser herida penetrando tu piel,
prisionera de tu mirada,
adoradora de tus mutismos y de tus ángeles negros.
Insuficiente
ser sangre en tus arterias de piedra,
insuficiente, ser yo,
ser tú,
tu yo,
mi tú,
insuficientemente
licuados en el huracán de la distancia,
insuficiente, oler a pasión, a sudor desesperado.
insuficiente ser, estar,
desear despiadadamente tu interior,
amarte en un solo instante y
abandonarte después por una eternidad.
Insuficientemente insuficiente,
ser tu deidad
y el océano. ---
©Mar

miércoles, junio 29, 2005

Por si vuelves...

Por si vuelves... Yo ya no soy la que espera. ¿Qué fue de ti? –me pregunto- y prefiero la distancia a la locura, antes de amanecer te habré olvidado. Y no soy nada... ni mis ojos retienen tú imagen, -que adoré- ni en mis labios queda la miel, -sólo la hiel- No espero nada... pero si vuelves debes saber, que tendrás que buscarme en el abismo de tus manos o en el fondo de un mar que no respeta tiempos Por eso... ... ya no soy la que espera, sólo queda un vacío puntual... -sólo un recuerdo- Mar

"Miraba el agua y más allá..."

A menudo nos sentábamos a ver caer el sol: ¡Ya cae, ya cae mira, míralo hombre, no te lo pierdas! -decías como quién por primera vez ve caer las chispas multicolores de los fuegos artificiales- Y el sol caía. Y su estela en el mar era sustituida por la de la luna. Esperábamos hasta el amanecer junto a la hoguera y disfrutábamos en la semipenumbra aquel primer baño como si estrenásemos la playa cada día. Después volvíamos a casa y a la pelea diaria de obligaciones compartidas. - Nunca me gustó como planchabas mis camisetas. En realidad yo nunca las planché pero a ti te hacía ilusión. Yo te dejaba. Y te besaba laespalda mientras lo hacías. Miranda y yo compartíamos un pequeño apartamento desde el que se veía el mar. No había nada entre nosotros, ningún lazo nos unía salvo el afecto y el cariño. Y la complicidad de sabernos y adivinarnos siempre. Éramos felices. - Siempre me gustó el ordenado desorden de tu vida, tan llena de perplejidades e inocencias. Tu vida, tan llena de vida. Un día apareció un fotógrafo solitario que vagabundeaba por la playa y nos observaba. Se enamoró de él. Fue un flechazo en toda regla y Adrián vino a vivir con nosotros. Ya no volvió a planchar mis camisetas. - Reconozco hoy, Miranda, que siempre te amé. Y nunca te lo dije. Adrián era una incógnita. No sabíamos de dónde venía ni a dónde quería llegar. No tenía trabajo pero no le faltaba dinero y mimaba a Miranda como si fuera una reina. Le gustaba navegar solo y le advertíamos del riesgo que suponía. Aún así, jamás quiso que nadie le acompañase; ni siquiera Miranda fue nunca con él. Ella "Miraba el agua y más allá..." Una extraña mirada inundaba su rostro y languidecía mientras esperaba. Su alegre vitalidad no regresaba hasta que, en el horizonte, Miranda veía asomar aquel pequeño velero. Una mañana Adrián, como de costumbre, salió al mar al amanecer. Cuando Miranda se levantó encontró un regalo junto a su taza de café: una pequeña caja de nácar en cuyo interior había un antiguo camafeo con una miniatura de Miranda, jugando descalza con las olas de la playa, y una inscripción: “Para ti, mi eternidad” La línea del horizonte se acercaba a sus ojos como si fuera un imán que quisiera arrancárselos. Nada podía hacer para evitarlo y sus pupilas se dilataban haciendo mayor el espacio que Miranda quería para si. "Miraba el agua y más allá..." Permanecía en la playa horas y horas recordando y esperando el regreso de Adrián. Nunca apareció. Ni siquiera regresaron a la playa los restos del naufragio. "Miraba el agua y más allá..." y con las zapatillas en la mano, como si no quisiera que el salitre se las estropease, Miranda entró en aquel mar agitado y se fue. ©Mar - Mayo 2004 http://blogs.ya.com/fotoflog/files/chica1.jpg Fotografía cedida por Albaroth

lunes, junio 27, 2005

Tránsito

Mientras el mundo se despereza observo en penumbra la enredadera -salvaje- que trepa por la curva de tus rodillas y las gotas de sudor que se adhieren a las hojas como si fueran rocío. Siempre en tránsito, -humano, humano- apuras la taza de café y abandonas mi universo. Mar

Lágrimas de mi mar

Miro a través de las lágrimas de mi mar
y te imagino ahí, siempre a mi lado. La sal ha marcado mis mejillas,
pálidas y cansadas de esperar amaneceres
en los que te soñaba junto a mi saboreando la dulzura del chocolate amargo
y ahora sólo saboreo la amargura de la soledad
porque la brisa del mar nome ha traído tu aroma
ni el sonido de tu voz. No quiero volver a llorar, no. Quiero soñar que sueño, que tras el otoño llegará el verano y después la primavera, que nunca habrá frío ni hielo y volveré a ser la imagen que recuerdas. Mar

Te esperaba.

Te esperaba.
Llegas a mi en la hora vespertina, cuando sueño con imposibles y venganzas.
Siento tu suave caminar tras la hiedra que trepa por el muro de mi corazón y sujeto tu mano que tranquiliza mi ira. Pasó ya la inocente primavera y el fogoso verano, y ahora, instalada en el otoño de mi vida, veo con tristeza que cada vez son más cortas las estaciones. Estoy preparada para recibir el invierno que se acerca y que será el más frío, el más solitario, el último invierno.
Hasta que llegue, te mantendré a mi lado y las algas anudaran tus pies junto a los míos, pero cubriré tus ojos para que no veas el hielo en mi rostro y así me recordarás como cuando era tan sólo un pensamiento.
Mar